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Desafinamos

2009/10/27

Es palo, es piedra

Oh! què serà , que serà..

Si insistimos en clasificar 
el  comportamiento de antimusical,
yo, incluso mintiendo, puedo argumentar
que esto es bossa nova,
que esto es muy natural.

 De  un mixturado diàlogo bossa de la vida real.

Entramos al colegio en el 94, justo el año de la muerte de Jobim. Recuerdo que mis padres estaban de viaje en el exterior  mi primera semana de  secundaria y  podìa tener acceso a los viniles màs refundidos.  Asaltar la caja transparente, escuchar los clásicos,  Chico Buarque  a la cabeza y  tengo la mala costumbre de prestar todos los discos de mi casa, de divulgarlos. Aquello no tenìa otro sentido que la travesura. Pensé  en  ese pasado  a  nuestras anchas.  Comienzo precoz.

Quisiera sentirme despechada, eso que dice la gente y también ser ingenua. Hay mujeres mayores que lo son, las vemos cada día. Una mujer con amigas, una mujer que bebe alcohol, una mujer que trabaja demasiado, una mujer que tiene talento, que alimenta a un perro, una mujer que tiene un hijo. Parecen con sed, con ansiedad y no puedo evitar verlo absurdo y sentirme culpable por ello.

Un escritor, poeta y loco,  al referirse a mi y mis amigas, recomendando,  utilidad y el desasosiego dijo:

«Esas mujeres son ocupadìsimas, no confìes en ellas, siempre estàn pensando en algo que no es hombres y a la vez estàn pensando en hombres, tienen el corazòn duro, les gusta la buena mùsica y cuidado cuando opinan de polìtica, arte o lo que sea,  cada una tiene un tema de profesiòn, son capaces de burlarse de todos, menos de ellas mismas y son pura candela, tienen seis amantes cada una»

Ya no vive acà el muy guapo. Pero nos conoce de algunos años, ciertamente exagera, en lo que podrìan ser cumplidos, advertencias, percepciòn, burla y poesìa.

El desamor es una experiencia de mùltiples caras y extraño vivirlo con  el desdèn que alimenta.

El jueves pasado nos sentamos frente a la visiòn del rìo a medio caudal por el verano.  Hemos tenido demasiados romances dije, todos fructìferos, en los que el amor propio se vuelve un traje de brillo. Al momento de tintinear la pena, la decepciòn es irreconocible, me busco las marcas y no las encuentro, estàn entre lìneas, ya no las leo.

Me han querido, me han soplado las moscas mientras como, me han leìdo libros para que me duerma, me han acompañado hasta el amanecer en un hospital. Demasiado amor, varias veces, por largo tiempo y por un dìa. Me falta mucho para los treinta y las pocas muchas vueltas las entiende mi piel.

Vivir el amor hasta la ùltima gota.

Cada vez que voy con ellas, camino a un encuentro tengo  algo de miedo, puede ser que no tengamos esta vez nada que hablar.  Nos vemos, fumamos, tomamos coca cola, capuchino cargado, despotricamos  lo que queda de la tarde. Nuestra amistad exige comunicaciòn constante, exige aparecer todos los dìas.

Amanda, ¿ A las cinco?

Un chico me ha invitado..

Ah, entonces no vienes.

Si voy, ya rechacè, cinco y media en punto.

Que no se nos olvide que hemos probado el cemento. Hay que despojar esa idea de «mujer madura» sabelotodo, de disidente sentimental, que no es ni masculina, es inhumana.

Tengo un remedio musical: