Archive for julio 2009

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Mareo de tierra

2009/07/08

El equilibrio entre el deseo real y el deseo posible, el que imagino, el que provoca constante humedad. Mas allá de toda metáfora  traído por las olas del sueño a la orilla de todas las realidades;  está  el saber que la tijera con que cortamos  nuestros ojos es una víscera feroz y un vientre insaciable. Y se queda con nosotros esta revelación y rechazamos aceptar las verdades  de las que no se bañen nuestros fluidos.

Los espacios se corrigen a si  mismos, los devuelvo al paseo del devenir  de de esa noche con sustancias en que gané sensaciones y soy  el objeto en el que permanece el deleite. El pudor  ahora es sòlo una carta descartada.

El olor ha quedado en la ciudad, vuela e inunda la atmósfera  de las calles. Me llega  como el veneno de ese cuerpo,  me toca  y me incita desde el cortex.

 Una señal en mis rodillas color violeta, un tono ardiente y de mordaza en ellas, que me acerca al placer brutal de su fugacidad  hasta que la piel retorne a su color.

Seguramente el paraíso es una orgìa constante y mientras  Dios observa cómo su creación se aparea, el en su soledad celestial se complace frente a un espejo.

Cuando estaban sanas

cuando estaban sanas

 Este es otro personaje de los que  conocí pequeña. Cuando robaba líbros en mí propía casa.

» La subo sobre mí y, mientras las cuerdas me resuenan en los oídos; la habitación está obscura y la alfombra pegajosa con el kümmel derramado por todas partes. De pronto, parece como si se acercara la autora: es como agua arremolinándose sobre el hielo y el hielo está azul con la bruma que se alza, glaciares hundidos en verde esmeralda, gamuza y antílope, meros dorados, morsas retozando y el ambarino lucio saltando sobre el círculo ártico… Elsa está sentada en mis rodillas. Sus ojos son como ombligos diminutos. Miro su enorme boca, tan húmeda y brillante, y la cubro con la mía.

Henry Miller
Trópico de Cáncer (fragmento)

 

 

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Fuga y Misterio

2009/07/03

Walterio es quién inventó esa mecánica masculina de romper con lo cotidiano; burlar el calor, la misma sopa del almuerzo, los parlantes del vecindario y el amor viejo de las familias; que toma una evidencia nauseosa particularmente ese día. Era cuestión de desaparecer temprano y volver a la hora de almuerzo, dictada siempre por cualquier órgano, que nunca era el estómago. Aquel domingo regresó con un disco y una hamaca que colgó en nuestro pequeñísimo hall de la entrada y me dijo: Ven, acuéstate y escucha.

Mi padre siempre retorna del sueño en casa, de la fantasía sensible a la cama limpia y la mesa puesta. Se me ocurre el recuerdo porque ahora creo que fue este principio de un entrenamiento, que hoy es el combustible que me deja disfrutar del viento en la cara.

Tenía doce años cuando conocí a Piazzolla y el sonido de bandoneón con el que aburro la casa en épocas saludables como esta.

Me doy cuenta de que la mano puede extenderse para hacer de esta bitàcora un cuaderno rosa con perfume que marea. Entonces sigo la corriente, que es algo que me encanta,  haciendo el intento:

Querido Diario, ayer estaba caminando… no, que va.

 Querido Diario, caía la noche en mi ciudad… horrible.

Querido Diario, como siempre sucede en Guayaquil… Me rindo, todo lo que pueda decir no es pensado.

 

Ver, oir y callar es la receta que nunca falla.  Si para cuando se hizo esta belleza de video yo ni nacìa.